10 de marzo de 2010

Tendencias a seguir en la industria del envase y embalaje



Cuidado del ambiente, etiquetas inteligentes y uso alternativo de energías para la producción son algunas de las aplicaciones que el sector E+E utiliza con mayor frecuencia

El consumidor consciente del cuidado del ambiente opta por los productos ecológicos. Y lo hace especialmente en el envase. Es de sobra conocido que todos los plásticos utilizados hoy se basan en una materia prima que tarde o temprano se agotará: el petróleo. Por esta razón, también la industria E+E apuesta cada vez más por los materiales renovables.

El mercado de los plásticos ecológicos basados en materias primas renovables como trigo, maíz o caña de azúcar, incrementa cada año entre 20 y 30%. Entre tanto ya han aparecido los primeros bioplásticos en las bebidas no gaseosas o en la transformación de alimentos líquidos.
Cabe destacar en primer lugar al poliácido láctico (PLA), cuyas propiedades son muy similares a las del PET, el año pasado este último material tuvo una producción mundial aproximada de 350 mil millones de envases, por lo que el PLA goza de un enorme potencial de crecimiento.
Cabe aclarar que muchos bioplásticos se consideran compostables. Pero esto no es del todo verdad. La mayoría de ellos se descomponen muy lentamente o es necesario calentarlos para que lo hagan, lo que provoca un efecto negativo en el balance ecológico. Además, el material es demasiado valioso para utilizarlo una sola vez. Así pues, el reciclaje será la próxima gran tarea en este campo.
Asimismo, junto a los envases de plástico, otro gran mercado lo forma el material de embalaje. También aquí hay interesantes desarrollos.
En un proyecto de investigación comunitario están desarrollándose nuevos papeles flexibles de estructura multicapa realizados exclusivamente con materias primas renovables.
El Instituto Fraunhofer IVV de Freising aporta métodos específicos para mejorar la barrera al vapor de agua y al oxígeno del papel previamente recubierto. Además se están desarrollando recubrimientos antimicrobianos. En uno de estos materiales se procesa proteína del suero con excelentes propiedades de barrera al oxígeno y a la humedad. Además se aprovechan los ingredientes antimicrobianos que contiene el suero para prolongar la caducidad de los alimentos.

Envases inteligentes: entre ficción y realidad
En la película de ciencia ficción “Minority Report”, Steven Spielberg muestra envases de cereales en los que pueden verse dibujos animados. Aunque todavía sea una utopía futurista, puesto que la película tiene lugar en el año 2054, las posibilidades técnicas ya existen.

Hablamos de envases inteligentes que proporcionan a los consumidores información adicional en diferentes idiomas, que leen la información de los medicamentos a pacientes invidentes o en los que puede verse un spot publicitario en pantallas de color impresas.
El camino hacia esta electrónica es tecnológicamente viable, se imprimirá con tinta inteligente. Las vías y los componentes son de polímeros orgánicos disueltos en una fase líquida y, por lo tanto, procesables en una especie de impresora de chorro de tinta.

El objetivo propuesto de los desarrolladores es poder fabricar un chip de estas características para los segmentos de masas en la industria de las bebidas por un precio inferior a un céntimo de euro. Y se prevé que sea posible dentro de pocos años.
Estas etiquetas RFID impresas cumplirán diferentes tareas como la supervisión constante de la temperatura, el almacenamiento y la transmisión de los datos. Ante las puertas de la fabricación industrial masiva no sólo se encuentran las memorias pasivas de datos, sino también circuitos electrónicos activos realizados con impresoras de chorro de tinta con transistores, resistencias, diodos luminosos y condensadores. Incluso se ha previsto el abastecimiento de energía a base de baterías o células solares impresas.  Esta es la clave de imágenes animadas de publicidad o jingles.

La electrónica impresa abre unas puertas fascinantes: según un informe del Instituto de Investigación del Mercado, NanoMarket, el volumen de mercado de tintas electrónicas y materiales de sustrato utilizados en la fabricación de electrónica impresa ascenderá de mil 100 millones de dólares en 2008 a más de 11 mil 500 millones de dólares en 2015. Y cuando las visiones se valoran en dinero, puede decirse con seguridad que el futuro inteligente ha comenzado.

El sol como proveedor energético
Dentro de unas décadas se habrán agotado las reservas mundiales energéticas de petróleo, gas natural y uranio. Sólo parece que habrá carbón todavía durante siglos. Por esta razón, los fabricantes de bebidas y alimentos tendrán que estudiar también fuentes energéticas alternativas para sus productos que requieren gran cantidad de energía. El sol desempeñará un papel clave en el mix energético del futuro.

Aprovechar el sol como suministrador duradero de energía es una solución muy rentable, incluso en países con climas fríos. Así lo demuestran algunas construcciones modernas donde el objetivo es reducir la demanda calorífica y satisfacerla con sistemas solares en la medida de lo posible.

Exactamente lo mismo cabe decir en la aplicación industrial. Sobre todo cuando se aplica el novedoso sistema de colectores. Con esta técnica se logra, por ejemplo, una potencia próxima a los 400 kWh/m²a y agua de proceso a una temperatura de 140 °C.
Los colectores planos usualmente utilizados en la construcción de casas suministran 200 kWh/m2a y una temperatura máxima de agua caliente próxima a los 70 °C. Esta agua caliente de proceso se almacena en un depósito aislado y es utilizada por los diferentes "consumidores".
Alrededor del 50% de la energía térmica total anual, incluso en una fábrica de cerveza en la que hay que hervir mucho, puede abastecerse con el sol.

Una solución obvia y eficaz sigue siendo la fabricación de frío de proceso. Es técnicamente realizable mediante sistemas de absorción accionados, por ejemplo, por agua calentada con energía solar.

¿Y qué pasa si alguna vez no brilla el sol? La solución sigue siendo “solar” porque también los pelets autóctonos o el biogás fabricado a partir de la biomasa no son otra cosa que energía solar almacenada y puede convertirse en cualquier momento en calor de proceso.
Todo depende de los colores
Si la etiqueta y el envase no convencen en un abrir y cerrar de ojos, el producto se queda en el estante de la tienda. El consumidor suele invertir una media de dos segundos en decidir si compra algo o no lo hace. El arte consiste en transmitir rápidamente la información. Y no sólo se realiza a través de la palabra impresa, sino también por una vía sutil basada en los sentimientos: los colores.

El color se aplica en el diseño de las etiquetas y los envases como soporte de la información. Su objetivo es transmitir al receptor un mensaje en el proceso de comunicación, hacerlo comprensible y enlazarlo con una emoción agradable.
Los tonos verdes y azules son apropiados, por ejemplo, para transmitir seriedad y seguridad, en combinación con el gris o el negro. Gran atención captan, por otro lado, los tonos fuertes rojos y amarillos. El blanco es sinónimo de frescor, además, la etiqueta y el envase parecen más grandes y voluminosos.

Existen también factores, independientes del color seleccionado, que transmiten mensajes adicionales. Los colores claros dan una impresión ligera y amigable, los obscuros, sin embargo, parecen lúgubres; los tonos puros y saturados transmiten una impresión dominante y los no saturados, de sensibilidad; los colores cálidos crean cercanía y los fríos, distancia, algunos colores crean orden y equilibrio, mientras que muchos tonos producen desconcierto.

Además, debe ajustarse al grupo meta. Un joven aficionado a los deportes de aventura se deja convencer por otros tonos que una persona de edad avanzada y cuyas preferencias son el bienestar.
Así pues, es importante que el color y el mensaje sean compatibles con el receptor, con la marca y su fabricante. De lo contrario, el producto sería inverosímil para el observador, lo que despierta desconfianza. Y un producto así se queda seguro en el estante. Por este motivo, todos los involucrados en los procesos creativos deberían recordar las dos reglas de oro del diseño de un envase antes de poner manos a la obra: menos es más y mucho suele ser de muy poca ayuda.

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