Bolsa de plástico, no tan mala como se pensaba
Mucho se habla en estos días de la importancia de reducir las emisiones de carbono. A nivel individual, es posible aportar un grano de arena con sólo cambiar algunos de nuestros hábitos.
Sin embargo, algunas de las recomendaciones, como la tratar de no acumular innecesariamente bolsas de plástico, o evitar el uso de secadores eléctricos para secarnos las manos, no son tan valiosas para el ecosistema como se pensaba, según explica a continuación Mike Berners-Lee, autor del libro "¿Cuán malas son las bananas? El costo de las emisiones de todo".
En medio de tantos debates agitados sobre la huella de carbón de todas las cosas, es fácil sentirse culpable por todo o sencillamente, rendirse y olvidarse del asunto. Reducir las emisiones de dióxido de carbono es, para muchos expertos, la clave para frenar el cambio climático. Pero calcular cuántas emisiones genera un producto es una tarea extremadamente compleja.
Igualmente, es posible dejar de preocuparnos en extremo, al menos sobre ciertos productos o actividades que no son tan malas como se pensaba. Aquí, una lista de la huella de carbono de algunos de ellos, para poner la información en contexto.
1. Bolsas plásticas - Son malas en muchos sentidos: usamos muchas, ensucian las calles, invaden ecosistemas y provocan daños en la vida silvestre. Sin embargo, si terminas con algunas de ellas en tus manos cuando vuelves de hacer las compras, las posibilidades son sólo de que la bolsa represente el equivalente a 10 gramos de dióxido de carbono (CO2e) y que la mayor parte, corresponda al contenido de la bolsa
2. Secadores de mano eléctricos- Son incluso mejores que las toallas porque ahorran la energía que se consumiría lavándolas y producen entre 3 y 20 gr. de CO2e por uso. La huella de carbono se compensa con reducción en el uso de los servicios médicos, ya que al no utilizar una toalla que puede estar contaminada por gérmenes, corremos menos riesgos de contagiarnos de algo.
3. Taza de té o café - A 20 gr. de CO2e por taza de agua caliente (calentada en una tetera eléctrica) no hace falta privarnos del lujo de una taza de café, té o chocolate caliente. Lo mejor es calentar sólo la cantidad necesaria. Lo cierto es que agregarle leche al té o al café, duplica la huella de carbono de la bebida, pero si eso es un gusto que te hace feliz, disfrútalo sin culpa.
4. Manzanas importadas que han viajado al menos 18.000 kilómetros - Tomemos como ejemplo las manzanas que llegan al Reino Unido desde Nueva Zelanda. Si bien llegan desde el otro lado del mundo, la manzana es un alimento cuya huella de carbono es baja y, además son un alimento sano. El punto es que viajan en barco, lo cual es cien veces mejor que un avión. Una manzana de Nueva Zelanda consumida en el Reino Unido genera 100 gr. de CO2e. Lo mismo sucede con las naranjas o las bananas. Por supuesto, consumir manzanas de estación y locales es mejor.
5. Mirar televisión - Es una de las actividades de ocio que menos CO2e genera. Estar una hora frente a una pantalla de plasma de 1 metro, equivale a un viaje de 1,5 km. en un carro eficiente (220 gr. de CO2e). Si miras televisión en una pantalla chica es mejor, y aún mejor si miras junto a tus amigos o en familia.
6. Leer un libro - Genera cerca de 1 kilo de CO2e, la misma huella de carbono que conducir un automóvil relativamente eficiente por 3 km. Si bien producir papel requiere una gran cantidad de energía, leer durante las vacaciones, por ejemplo, te mantiene ocupado por horas y hace que uno no dedique tiempo a otras actividades que son más intensivas desde el punto de vista de emisiones de carbono, especialmente las que involucran el uso del auto. Lo ideal, sería pasarle el libro a otra persona una vez que lo termines.
7. Beber una buena botella de vino - Produce cerca de 1 Kg. de CO2e. Aunque consumas tres botellas por semana, el impacto será de cerca del 1% de la huella anual típica (de un ciudadano británico), que es de 15 toneladas. Para reducir esto a la mitad, sin comprometer la calidad del vino, lo mejor es comprarlo en envases de cartón. El vino es pesado para transportar, por eso es mejor consumir el que viene de regiones más cercanas.
8. Cremación - Se estima que este método representa menos de la diezmilésima parte de la huella de carbono de una persona durante toda su vida, con 80 kilos de CO2e. En esta ocasión, dese el gusto de despedirse de este mundo como mejor le parezca.
9. Año sabático - Un año sin trabajar, viajando, no suena bien. Sin embargo, no es necesariamente malo. Siempre y cuando uno viaje con un presupuesto limitado, comprando sólo lo necesario y desperdiciando casi nada, lo cual suele suceder, sencillamente, porque uno no se puede dar el lujo en un viaje así de gastar mucho dinero. Lo que aumenta enormemente la huella de carbono son los vuelos. Unas 5 toneladas de CO2e te pueden llevar por el mundo en clase económica, parando en algunos lugares claves.
10. Quedarse con un carro viejo - No es mala idea. Un auto nuevo tiene una huella de carbono de entre seis toneladas (un Citroen C1) y 35 toneladas (un Landrover Discovery, digamos). Por eso, si tu carro viejo está en buenas condiciones, es confiable y no tiene demasiado kilometraje, la mejor opción desde el punto de vista de las emisiones es conservarlo. Si lo que te hace falta es un nuevo símbolo de estatus, invierte el dinero que te sobra en paneles solares o en una turbina de viento.
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