Un grupo de estudiantes de secundaria en Uruguay logró crear un material de construcción ecológico a partir de la cáscara de arroz, un desecho no degradable de la producción arrocera, cuya quema afecta la salud de la población y el medio ambiente.
"En Río Branco (la ciudad donde viven estos jóvenes, ubicada a unos 400 kilómetros de Montevideo, en la frontera con Brasil) tenemos dos dificultades: la contaminación por la quema de la cáscara de arroz, que causa problemas respiratorios a mucha gente, y la falta de recursos para construir viviendas", le explicó a BBC Mundo Nicolai Wasen, uno de los siete alumnos que, con su invento, obtuvieron el primer premio en la Feria Nacional de Ciencias
"Nos pusimos a pensar qué se podía hacer con esos desechos y surgió la idea de fabricar hormigón", añadió.
El 7 de mayo, el grupo viajará a presentar su creación en la Feria Mundial de Clubes de Ciencia en San José, California (Estados Unidos).
El "hormigón ecológico", como fue bautizado por el grupo, se compone de cáscara de arroz, arena, cemento portland y algunos aditivos.
La profesora de química con la que hicieron el trabajo extracurricular, Gloria Comesaña, le dijo a BBC Mundo que los estudiantes sometieron el producto a distintas pruebas que corroboraron sus cualidades.
"El material es resistente, además de ser un buen aislante térmico y de humedad", aseguró.
Se trata de un hormigón liviano que no sirve para hacer cimientos ni vigas, pero sí para la construcción de techos livianos o paneles prefabricados.
Desecho útil
Además de haber logrado un producto innovador, que les ha dado reconocimiento en Uruguay y les ha abierto la puerta para competir y mostrar su idea en el exterior, los estudiantes están orgullosos de contribuir a solucionar un problema que afecta a miles de personas.
"El arroz es uno de nuestros principales productos, pero a sus desechos no se les da utilidad. Se arrojan toneladas de cáscaras en campos que luego no se pueden usar, se queman (son frecuentes los incendios), y esto no sólo contamina el aire sino que, por eso, muchas personas sufren de asma y de otros problemas respiratorios. Nosotros empezamos a darle utilidad", comentó Fabricio Techera, otro de los jóvenes.
Los alumnos inventaron un método para probar la resistencia de su producto.
Arrojaron a un río tres bloques de hormigón: el tradicional, el fabricado con piedra, el "ecológico", y un hormigón liviano que se hace en Brasil con poliestireno expandido.
Los bloques permanecieron en el fondo del río durante tres meses, y cada 15 días los jóvenes medían y evaluaban si había cambios en el material.
Resistente y liviano
Wasen dijo que el nuevo hormigón se comportó igual que el tradicional y el brasileño. "Logramos la misma resistencia e incluso comprobamos que el nuestro es más resistente a la corrosión por lluvia ácida", aseguró.
Los estudiantes patentaron su invento en Uruguay y el Mercosur, y esperan hacerlo pronto a nivel mundial. El material ya ha despertado interés de particulares para su utilización comercial.
Por lo pronto, cuando regresen de su viaje, realizarán la primera prueba edilicia. Con apoyo de la alcaldía de su departamento, construirán una oficina y un baño usando este hormigón.
Si funciona, además de ser una experiencia de aprendizaje para los jóvenes, podría convertirse en una forma de financiación de sus estudios universitarios.
"Hasta ahora esto ha sido un proyecto educativo. Esperamos que, por el bien de los muchachos, también sea un proyecto económico que les permita seguir las carreras que ellos quieren, arquitectura o ingeniería", aseguró la docente.
El futuro luce promisorio, según Techera. "Con esta experiencia creemos que ya vamos a estar más preparados en la universidad, porque sabemos trabajar con materiales de construcción", aseguró.
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