Hacemos juicios bastante racionales o "por el instinto". No solo la experiencia y la información relevante juegan un papel importante, sino también nuestras preferencias. Un estudio realizado por el Instituto Max Planck para la Investigación del Metabolismo en Colonia muestra cómo el sistema de recompensa en el cerebro transmite los juicios afectados por nuestros propios pensamientos ilusos.
"En situaciones complejas y confusas, corremos el riesgo de hacer un juicio sesgado tan pronto como preferimos una conclusión sobre otra", explica la Dra. Bojana Kuzmanovic, científica del Instituto Max Planck para la Investigación del Metabolismo en Colonia. En su trabajo, ella investigó cómo el pensamiento de las personas está influenciado por sus pensamientos ilusos.
En el estudio, se pidió a los voluntarios que estimaran el riesgo promedio y personal de diferentes eventos negativos. Ellos luego aprendieron el riesgo promedio real y pudieron ajustar en concordancia sus propias estimaciones de riesgo. Si los riesgos promedio reales fueron deseables (es decir, más bajos que los estimados inicialmente por los encuestados), se consideraron más que estadísticas indeseables.
Usando un ejemplo, Kuzmanovic explica el fenómeno de la siguiente manera: "Al ignorar información desagradable, evitamos sacar conclusiones amenazantes. Por ejemplo, podemos descuidar las estadísticas federales, que indican un mayor riesgo de ataque cardíaco, porque creemos que tenemos un estilo de vida particularmente saludable.
Mientras los participantes del estudio realizaron la encuesta, los científicos registraron su actividad cerebral utilizando la tomografía de resonancia magnética. Ellos descubrieron que los juicios preferidos activan regiones cerebrales que, de otra manera, reaccionan de manera particularmente fuerte ante recompensas como alimentos o dinero. Además, los científicos pudieron demostrar por primera vez que el sistema de recompensa a su vez influyó en otras regiones del cerebro que están involucradas en los procesos de conclusión. Cuanto más fuerte fue esta influencia neuronal, más fuertes fueron los juicios de los participantes del estudio determinados según sus deseos.
Por lo tanto, nuestros deseos y preferencias influyen en nuestro juicio sin que nos demos cuenta conscientemente. Los mismos sistemas cerebrales que refuerzan nuestros esfuerzos para maximizar las recompensas, como alimentación y dinero, también refuerzan las estrategias específicas para elaborar juicios. El Dr. Marc Tittgemeyer, quien dirigió el estudio, agrega: "La influencia de las preferencias es independiente de la experiencia. Podemos beneficiarnos de este agradable efecto de auto fortalecimiento siempre que nuestros juicios no tengan consecuencias serias. Sin embargo, al tomar decisiones importantes, deberíamos ser conscientes de nuestra tendencia a distorsionar el juicio y aplicar estrategias para aumentar la objetividad".
A continuación, los investigadores determinarán si estos y otros comportamientos que dependen de la recompensa son diferentes en pacientes con enfermedades metabólicas que en individuos sanos. Los circuitos cerebrales dependientes de la recompensa están estrechamente relacionados con los circuitos homeostáticos que regulan la demanda de energía y el metabolismo según las señales de saturación y hambre. Por lo tanto, si las redes homeostáticas están alteradas por la enfermedad, esto también podría afectar las áreas del cerebro que dependen de la recompensa y conducir a un comportamiento más impulsivo, por ejemplo.
Información bibliográfica completa.
Bojana Kuzmanovic, Lionel Rigoux, Marc Tittgemeyer: Influence of vmPFC on dmPFC Predicts Valence-Guided Belief Formation. The Journal of Neuroscience, 2018; 0266-18
"En situaciones complejas y confusas, corremos el riesgo de hacer un juicio sesgado tan pronto como preferimos una conclusión sobre otra", explica la Dra. Bojana Kuzmanovic, científica del Instituto Max Planck para la Investigación del Metabolismo en Colonia. En su trabajo, ella investigó cómo el pensamiento de las personas está influenciado por sus pensamientos ilusos.
En el estudio, se pidió a los voluntarios que estimaran el riesgo promedio y personal de diferentes eventos negativos. Ellos luego aprendieron el riesgo promedio real y pudieron ajustar en concordancia sus propias estimaciones de riesgo. Si los riesgos promedio reales fueron deseables (es decir, más bajos que los estimados inicialmente por los encuestados), se consideraron más que estadísticas indeseables.
Usando un ejemplo, Kuzmanovic explica el fenómeno de la siguiente manera: "Al ignorar información desagradable, evitamos sacar conclusiones amenazantes. Por ejemplo, podemos descuidar las estadísticas federales, que indican un mayor riesgo de ataque cardíaco, porque creemos que tenemos un estilo de vida particularmente saludable.
Mientras los participantes del estudio realizaron la encuesta, los científicos registraron su actividad cerebral utilizando la tomografía de resonancia magnética. Ellos descubrieron que los juicios preferidos activan regiones cerebrales que, de otra manera, reaccionan de manera particularmente fuerte ante recompensas como alimentos o dinero. Además, los científicos pudieron demostrar por primera vez que el sistema de recompensa a su vez influyó en otras regiones del cerebro que están involucradas en los procesos de conclusión. Cuanto más fuerte fue esta influencia neuronal, más fuertes fueron los juicios de los participantes del estudio determinados según sus deseos.
Por lo tanto, nuestros deseos y preferencias influyen en nuestro juicio sin que nos demos cuenta conscientemente. Los mismos sistemas cerebrales que refuerzan nuestros esfuerzos para maximizar las recompensas, como alimentación y dinero, también refuerzan las estrategias específicas para elaborar juicios. El Dr. Marc Tittgemeyer, quien dirigió el estudio, agrega: "La influencia de las preferencias es independiente de la experiencia. Podemos beneficiarnos de este agradable efecto de auto fortalecimiento siempre que nuestros juicios no tengan consecuencias serias. Sin embargo, al tomar decisiones importantes, deberíamos ser conscientes de nuestra tendencia a distorsionar el juicio y aplicar estrategias para aumentar la objetividad".
A continuación, los investigadores determinarán si estos y otros comportamientos que dependen de la recompensa son diferentes en pacientes con enfermedades metabólicas que en individuos sanos. Los circuitos cerebrales dependientes de la recompensa están estrechamente relacionados con los circuitos homeostáticos que regulan la demanda de energía y el metabolismo según las señales de saturación y hambre. Por lo tanto, si las redes homeostáticas están alteradas por la enfermedad, esto también podría afectar las áreas del cerebro que dependen de la recompensa y conducir a un comportamiento más impulsivo, por ejemplo.
Información bibliográfica completa.
Bojana Kuzmanovic, Lionel Rigoux, Marc Tittgemeyer: Influence of vmPFC on dmPFC Predicts Valence-Guided Belief Formation. The Journal of Neuroscience, 2018; 0266-18
12 Octubre 2018
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