2 de diciembre de 2010

Tendencias de envasado

El que pega primero
Causar una buena impresión con un empaque es clave para consolidar un producto en el mercado. Averigüe cuáles son las últimas tendencias que se imponen en este campo.

Dicen que la primera impresión es la que cuenta. Por eso, está demás decir que un buen empaque le brinda un valor agregado a cualquier producto. Es una lógica sencilla: cuando el consumidor final ve dos productos iguales de distintas marcas mira, además del precio, su empaque. Y es muy probable que al final escoja el que más le llame la atención, guiándose por el sentido estético. Sin embargo, su diseño no es tan sencillo. Para Andrés Sánchez Duarte, Desarrollador de Mercados del Área de Pigmentos Plásticos de Merck, a la hora de analizar los empaques hay que tener en cuenta factores como las tendencias del mercado, los tipos de consumidores y la forma como cambia el consumo, entre otros.

Pero, ¿cuáles son las tendencias de empaque más comunes? Para Sánchez, una importante son los micromercados. Esta tendencia general se refleja cuando la sociedad se divide en pequeños grupos o segmentos significativos denominados nichos. Para esos micromercados las compañías están produciendo algunos productos identificados por los empaques. Algunas compañías han encontrado una ventaja competitiva al personalizar los empaques para clientes importantes o inclusive para micromercados, siempre y cuando no se incurra en costos extras. “Por ejemplo, si una empresa como Alpina se da cuenta de que gran parte de su producción está saliendo por el canal tradicional y que por allí se está consumiendo un producto importante para ellos, entonces pueden hacer un tipo de empaque comercial para venderse en estos lugares”, comenta el especialista.

También están los empaques diseñados para una ocasión o evento especial. Las bebidas gaseosas, por ejemplo, sacan ediciones limitadas para los mundiales de fútbol, como la botella en forma redonda que se exhibía de forma diferente. En este caso se presentó una inversión mayor para hacer las botellas doradas en forma de balón.

Otra tendencia bastante común son los empaques dirigidos a las denominadas tribus urbanas. Para este caso particular se diseña el empaque de acuerdo con los lineamientos o características de cada “tribu” (grupo social característico). Esto para que, mediante una edición limitada, el producto pueda acercarse a un grupo determinado. Esta estrategia es válida en la medida que las personas identificadas con esas tribus reconozcan el esfuerzo de las marcas para acercarse a ellos y las marcas de edición limitada se puedan volver un objeto de colección.

“También están los empaques inteligentes. Estos pueden presentarse de varias maneras. Una de las más importantes es la de instalar en las etiquetas elementos de radiofrecuencia RFID. Éstas son incorporaciones que se hacen en el producto y sirven para hacer trazabilidad en varios temas. Le dan más información al retailer y a los vendedores minoristas. Yo creo que en el futuro este tipo de empaques van a proveer muchísima información en cuanto a tiempos, transporte y ubicaciones en el mundo del consumo”, cuenta Sánchez.

De igual manera, existen también empaques que se autodiagnostican. Es decir, que tienen la posibilidad de dar información sobre su contenido. Algunos alertan sobre la presencia de patógenos y los identifican. Otros, usando un display simple dan información acerca de cuánto han sido manipulados de manera errónea, principalmente durante el transporte. También indican si han sido abiertos o no, si han sido dañados o si su contenido está incompleto.

Otra tendencia la constituyen los empaques reutilizables. En el diseño se hacen las consideraciones para que el empaque no se rasgue ni se rompa cuando se destape el producto. Estos empaques permiten abrirse, cerrarse y abrirse de nuevo sin dañarse. Otros permiten su almacenamiento de manera plana, es decir, se desarman y se guardan como una hoja de papel. Muchos de estos empaques le pueden servir al consumidor para empacar otra cosa diferente a la que venía allí originalmente.

Otro tipo de empaques puede hacer eco en la nueva ética ambientalista o ecoefectiva”, opina el especialista de Merck. Esta tendencia habla específicamente de copiar el modo en que la naturaleza utiliza algo y después lo incorpora a su mismo ciclo a través de la degradación y la descomposición. Existen algunos materiales de empaque que están incorporando o usando materiales degradables y otros a los que se les añaden algunas sustancias que ayudan a que los plásticos o los papeles se descompongan más rápido. Uno de esos ejemplos es el de las bolsas degradables que ahora vemos en los supermercados. “Como la industria del empaque es de las que más produce desechos, si con tecnología o con biotecnología ayudamos a que este empaque se desnaturalice más rápidamente, contribuimos con el medio ambiente y con los recursos”, piensa Sánchez. 

Al final encontramos empaques con una marcada tendencia hacia la flexibilidad. “El consumidor de hoy no tiene tiempo, anda de afán, atiende muchas cosas simultáneamente. Por eso la facilidad de consumo y la flexibilidad son claves. Entonces se piensa en productos para personas que siempre están de afán o en movimiento, como las bebidas que se diseñan para los ciclistas. Por esta misma línea existen tipos de empaques que, por ejemplo, faciliten que las personas trabajen en la oficina mientras comen. Empaques resellables o en porciones pequeñas, que se abran fácil, presentaciones que no necesiten cubiertos, que se consuman rápido y den la cantidad de energía que la persona considera necesario se encuentran en esta categoría. Este es el caso de las pastas instantáneas de Doria, que brindan todo y sólo necesitan agua.

Y, finalmente, se encuentran los empaques que venden el producto con su presentación y además entregan toda la información necesaria. En ellos no es necesario abrir la caja o el paquete para ver qué es lo que hay por dentro. Un empaque atractivo pero no tan costoso. “Los importante es conocer estas tendencias y saber cómo aplicarlas en el mercado”, concluye Sánchez. 

Fuente: Revista IAlimentos

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