28 de noviembre de 2011

Hay que salvar la economía de mercado

Un amigo marxista me dijo que para entender la crisis económica que vive el mundo en la actualidad, se debe distinguir lo que es la economía de mercado de lo que es el capitalismo. De inmediato entendí que no hacerlo, pone a muchos en la trampa ideológica de defender, en nombre del mercado, a la especulación financiera, los acuerdos comerciales asimétricos, la represión salarial, la excesiva acumulación de los bancos y las trasnacionales, entre otras perversiones del capital.

Es que el capitalismo realmente existente hoy en día (al que conocemos como neoliberalismo), ha puesto a la economía de mercado a su servicio, distorsionándola con la única finalidad de generar la mayor cantidad de riqueza para pocas manos. Y lo ha hecho a través de dos grandes expresiones.

La primera, es la financiarización de la economía. En los últimos años, el gran capital ha estado más interesado en timbear en bolsas de valores y mercados de commodities, que invirtiendo en la producción, afectando con ello la fijación de precios y creando enormes burbujas por todos lados. Claro que eso le ha reportado millones de millones de utilidad. En realidad, los inversionistas financieros actúan como meros apostadores en salas de casino.

El resultado es impresionante. Mientras la producción mundial asciende a 63 billones de dólares; las deudas públicas y privadas registradas, alcanzan los 117 billones. Es decir la duplican. Y ni qué decir de los derivados financieros. Ellos alcanzan la suma de 1500 billones de dólares. O sea, que una misma onza de oro o una misma tonelada de trigo se ha vendido miles de veces.

La segunda expresión del neoliberalismo es un complejo sistema de contratos para que nada ni nadie impida a los señores del capital seguir acumulando riqueza. Me refiero a convenios de estabilidad jurídica, acuerdos bilaterales de protección de inversiones, tratados de libre comercio, centros internacionales de arbitrajes, contratos estandarizados en mercados financieros, etc., que con el cuento de la inversión se promueven en todo el planeta.

Y son las propias organizaciones multilaterales las que recomiendan utilizar estos instrumentos, del mismo modo como invitan a invertir en derivados financieros. Son operadores del neoliberalismo, más no del mercado.

Lo paradójico es que estas dos expresiones neoliberales surgieron como respuesta a la crisis del capitalismo de los años setenta, a fin de que las economías centrales trasladen sus problemas a la periferia; lo que en América Latina se vivió como una feroz crisis de la deuda a inicios de los ochenta.

No nos engañemos, hace tiempo que la ley de la oferta y la demanda, se puso de lado a la hora de organizar y distribuir la producción y el consumo. La economía de mercado está capturada por mafias que se visten de cuello y corbata.
Carlos Alonso Bedoya - Diario La Primera
16 Octubre 2011

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