6 de noviembre de 2016

Impresoras 3D, una revolución industrial

La UE contempla esta tecnología como la que reequilibrará el sistema productivo

BALFAGÓN
Todos los que pasamos nuestra infancia delante de una televisión en blanco y negro y hemos sufrido los rigores del control de seguridad de los aeropuertos, hemos deseado que los elementos físicos, incluidos nosotros, se teletransportarán, como en la serie Star Trek. Tal vez la complejidad de nuestros cuerpos aún no esté preparada para este trasiego, pero ya es posible trasladar objetos físicos por Internet o crear carne sin matar animales mediante la impresión aditiva comúnmente conocida como impresión 3D. Utilizada desde hace más de 20 años para prototipos rápidos y baratos en el entorno industrial, se ha ido incorporando a nuestras vidas poco a poco, de manera silenciosa pero imparable. La próxima vez que el lector se monte en un Airbus A350 no debe de atemorizarle que más de 1.000 de sus piezas hayan sido impresas con esta tecnología.

Pensemos en las enormes ventajas con que cuenta poder mandar una pieza a cualquier parte (incluida la estación espacial) y las posibilidades que supone poder personalizar cualquier producto sin necesidad de tener un stock de todas sus variantes. Un perfecto ejemplo es el de la Royal Army, quien imprime los drones de combate en sus fragatas para poder así adaptarlos al tipo de misión específica al que se enfrenten. En el mundo de la medicina es posible fabricar piezas y brazos robóticos adaptados a las necesidades del paciente.

En un Airbus A350 hay más de 1.000 piezas producidas con tecnología 3D
La impresión 3D está teniendo ya un impacto directo en la economía mundial. La UE contempla esta tecnología como la que reequilibrará el sistema productivo, al resultar innecesaria mano de obra barata para producir bienes de consumo. Europa, liderada por Alemania, prevé invertir 120.000 millones de euros durante la próxima década para crear un tejido industrial basado en pequeñas fábricas, más eficientes, deslocalizadas, que puedan competir con las grandes factorías asiáticas.

La impresión aditiva está llegando a los hogares con lentitud y no sabemos si el coste será disuasorio para impresión de objetos cotidianos de bajo coste, aunque puede compensar en aquellos que sean caros o que estén descatalogados. En este nuevo diseño se contempla también la vuelta a las copisterías de la esquina reconvertidas en lugares a los que llevar el archivo a imprimir en tres dimensiones o en el que imprimir el envío de Amazon en tiempo real.

En definitiva, todo lo que puede ser diseñado, escaneado o prototipado en un formato electrónico (ficheros CAD) podrá ser impreso en tres dimensiones. No queda nada para la teletransportación.

Paloma Llaneza
El Pais
04 Noviembre 2016

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